El día de hoy le toca el turno al tercer libro de la saga “Crónicas de Narnia: El caballo y el muchacho” una historia que, aparentemente es irrelevante para Narnia en sí misma, pero si lo analizas con un poco de calma, es una historia clave para los hechos que ocurren después, una historia que posiblemente salva a Narnia de una destrucción temprana, una historia que ocurre durante la época de oro narniana, durante el reinado de Peter, Edmund, Susan y Lucy.
Shasta es el hijo de un pescador en el vecino país de Calormen, país que se encuentra al sur de Narnia. Shasta ha vivido toda su vida como el hijo de un hombre miserable, el hijo de un hombre pobre y avaro cuyo propósito principal no es el bienestar de su hijo sino el suyo propio, y ha sido tratado más como un esclavo que como un hijo. Una parte de Shasta siempre ha querido saber qué se encuentra al norte, nunca se ha sentido parte de Calormen, pero su padre nunca le ha permitido ir, y ni siquiera le ha dado una explicación de qué hay al norte más allá de un “no te distraigas por preguntas inútiles” a unos cuantos golpes por andar de preguntón.
Un día llega un funcionario de gobierno, un taarkán, que al ver a Shasta quiso comprarlo como esclavo, y se lo propuso a su padre, ya que de sólo verlos se dio cuenta que no eran familia, y así se lo dice al pescador. Shasta se entera de la terrible verdad, el hombre que por años lo maltrató, no es su verdadero padre, este hombre lo rescató de una lancha de remos y ha vivido con él desde entonces, él pertenece al norte, y es por eso que siempre ha querido ir hacia allá.
Shasta conocía demasiado bien al pescador como para saber que terminaría vendiéndoselo a este taarkán, llega al establo hablando consigo mismo de la posibilidad de vivir mejor con ese señor de lo que vivía con el pescador, y como para aliviar un poco su preocupación comienza a hablarle al caballo. Es grande la sorpresa de Shasta cuando el caballo comienza a contestarle pues es un caballo parlante de Narnia llamado Bree, quien le propone regresar con él a Narnia, y ahí es donde comienza la aventura.
Una noche, notan que alguien los sigue, y al tratar de alejarse de esa yegua, se ven perseguidos por dos leones que los obligan a reunirse con la yegua Hwin quien, junto con su niña Aravis, también están huyendo hacia Narnia. Aravis es hija de un taarkán y huye porque fue prometida en matrimonio y ella rehúsa casarse con un hombre de la edad de su padre, como es la costumbre.
En su huida hacia Narnia les es necesario pasar por Tashbaan, la capital de Calormen, donde descubren una conspiración del hijo del Tisroc (el rey), para invadir Archeland, un pequeño país al sur de Narnia, y posteriormente a la Narnia misma, mientras Peter está en el Norte combatiendo a los gigantes, y el resto de los reyes regresan a Narnia de su visita a Calormen.
Shasta pronto desucbre que su nombre es Cor, heredero al trono de Archeland, y que su intervención en esta situación fue vital para evitar que tanto Archeland como Narnia fueran destruidos por Calormen. Shasta encuentra su verdadero lugar en la vida. Pasa de ser Shasta, el esclavo en un país extraño y cruel llamado Calormen, a ser Cor el rey de Archeland. No sin antes vivir unas cuantas pruebas para enfrentar sus miedos y poder finalmente quitarse esa mentira que él había creído de sí mismo, pasó de ser un niño miedoso, desconfiado y con un gran complejo de inferioridad para convertirse en un niño capaz de enfrentar y tratar de detener un ataque de un león sobre su amiga Aravis, alguien confiado de sí mismo, alguien que fue capaz de llevar un reino.
Me gusta esta historia porque es una en la que todos los personajes (Bree, Hwin, Aravis, Shasta e incluso el hijo del Tisroc) son enfrentados con las mentiras que toda su vida se han creído, se les da la oportunidad de rechazarla y comenzar a buscar su verdadera identidad, recordar quienes son en realidad y actuar de acuerdo a ello, recapacitar en las actitudes negativas que han tenido a lo largo de sus vidas (orgullo, egoísmo, desconfianza, falsa humildad, temor) y decidir si quieren seguir comportándose de esa manera, o comenzar a hacer las cosas bien.
Una historia de nuevas oportunidades, y que te mueve a pensar que siempre puedes vencer tu pasado, que eso no es lo que te define, que tu identidad no está en que hiciste, que haces, ni en qué o quién te dijeron que eras, que tu identidad es algo mucho más profundo que eso.
