Terribles Segundas Oportunidades…

La vida está llena de segundas oportunidades, algunas que son bien merecidas mientras que otras se nos dan por coincidencia. Esto significa que como seres humanos tendemos a echar muchas veces a perder las cosas, de cierta manera es meramente sabido que aprendemos a cuestión de prueba y error, lo que significa que muchas veces buscamos las tan anheladas segundas oportunidades.

Hay gente que regala estas oportunidades tal como los que nunca las dan, aquí la cuestión es el saber o conocer lo que sí se merece una segunda oportunidad. ¿Pero qué es lo que sí las merece?
Hay que concretar o hacer valer la existencia de una muy pequeña y ligera línea entre las cosas que se merecen segundas oportunidades, en lo personal yo creo que todos se merecen una segunda oportunidad aunque obviamente no por el mismo error.

Por ejemplo las mentiras, hay que aceptar que hay de mentiras a mentiras; pero eso no quita el hecho de que sea engañar a alguien más. Si nos ponemos a pensar la confianza –literalmente- es algo que se destruye más rápido de lo que se construye, un paso en falso y la podemos perder completamente… si lo vemos de la manera cruda es un poco triste pero ¿cómo es que podemos ser capaces de perdonar mentiras? Tristemente hoy en día vivimos en una sociedad en la cual basta con pedir disculpas para olvidar, aunque sea difícil pasar por eso.

Mi consejo es simple: si no quieres que te pase no lo hagas. Hay que ser recíprocos y como bien dicen por ahí “no hagas a los demás lo que no quieras para ti”, es una muy buena filosofía y desde mi punto de vista es una perspectiva capaz de cambiar vidas. Así que –en pocas palabras- si no la regamos no hay necesidad de buscar segundas oportunidades.

En lo personal he escuchado de muchos casos en los que una persona la riega bien y bonito y aun así busca otra oportunidad para “enmendar” lo que hicieron, son ese tipo de personas las que me hacen dudar si valen la pena las segundas oportunidades, pero lo peor es darse cuenta que hay personas dispuestas a darlas. Es algo que va más allá de mí, no lo sé; llámenme desalmada pero yo tengo muy firme la postura del karma: lo que haces se te regresa, si lo hiciste fue por algo y a veces esos “algos” tienen consecuencias que se tienen que conllevar con madurez, con la madurez suficiente de aceptar tu “castigo”.

Igual y no se nota pero mi factor favorito de esta ecuación es el karma, por si no se habían dado cuenta; soy una firme creyente de que todo lo que hacemos genera consecuencias a corto o largo plazo y realmente sucede. Si hacen algo mal tarde o temprano se va voltear la moneda y se darán cuenta de las cualidades del poderoso karma.

Pero volviendo al tema principal, si lo hiciste tienes que aceptar tus consecuencias y no deben andar lloriqueando por otra dichosa segunda oportunidad, además; si lo hiciste una vez puede que lo repitas, así que ¿para que agobiarse? Mejor hay que aprender a hacer unas simples cosillas:

  1. Pensar bien las cosas.
  2. Aceptar nuestra responsabilidad.
  3. Tener el orgullo suficiente para aceptar la derrota.
  4. No andar rogando.
  5. Tener la suficiente dignidad para saber cuándo retirarse.

Puede que mi postura en cuanto a este tema sea un poco rígida así que no espero que muchos concuerden conmigo, tiendo a ser una persona muy abierta a conocer los dos lados de una historia pero desde mi muy personal punto de vista si aquella decisión tomada afecta de manera directa a otras personas ajenas a nuestra persona –obviamente lastimándolos- no somos candidatos a estas oportunidades. Así que lo dejo a sus criterios, me gustaría saber que opinan sobre el tema y créanme que estaría encantada de leerlos.

Y… ¡Corte!

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