01. NO VAYAS CON HAMBRE
Si se nos ocurre surtir la despensa un sábado antes de la comida, lo más seguro es que el apetito nos haga comprar toda clase de botanas y postres (que poseen un elevado contenido de grasa y azúcares, [¡cof! ¡cof! donitas de Costco]). Cómete una manzana o bebe mucha agua antes de ir de compras, de este modo reducirás la tentación de probar y comprar cuanto tengas frente a ti.
02. HAZ UNA LISTA Y LLÉVALA AL SÚPER
Revisa la despensa y el refrigerador antes de ir al supermercado. Esto facilitará que compres lo que en realidad necesitas y que evites deambular por todos los pasillos (con todas las tentaciones que éstos ofrecen).
03. COMPRA PRIMERO LOS ALIMENTOS BÁSICOS
No comiences tus compras en la salchichonería. Primero llena tu carro de frutas y verduras frescas. Piensa que estos alimentos te aportan fibra, agua, vitaminas y minerales. Sigue con los derivados de la carne y deja para el final los alimentos procesados (enlatados, congelados, envasados), si es que en realidad los necesitas.
04. EVITA PRUEBAS QUE TE OFRECEN LOS EMPLEADOS
Esto es muy importante. Trata de no caer en la tentación de probar todo lo que te ofrezcan (lo sé, es difícil pero ¡se puede lograr!). No en balde las compañías sitúan a estas personas en horas (mediodía) y días clave (quincena), cuando el apetito aprieta y caemos con facilidad en compras no muy saludables.
05. LEE LAS ETIQUETAS DE INFORMACIÓN NUTRICIONAL
Aprende a interpretar estas etiquetas para tomar mejores decisiones. Hay muchos alimentos que parecen sanos y que se anuncian como tales pero que en realidad no lo son tanto. Por ejemplo, es muy importante checar que la cantidad de sodio por porción del producto sea menor a la cantidad de energía (Kilocalorías) que hay por ración del mismo.