El Señor Burnett y yo

Y allí estaba yo, sentado en la recepción, impaciente por entrar a su oficina y charlar con él. El reloj tictaqueaba sigilosamente, después de unos minutos, su secretaria me llamó: —Puede pasar— me dijo —lo está esperando— Tomé mi pequeña libreta y revisé que la cámara fotográfica tuviera suficiente batería, estaba a punto de vivir un momento histórico e importante y quería inmortalizarlo.

Ahí estaba él, sentado en su escritorio, con sus lentes y un paquete de cigarrillos al lado; imposible no reconocerlo. En su mano derecha sostenía un peculiar objeto: Un lápiz. Pero no era un lápiz común y corriente, era un lápiz sin borrador. Me llamó la atención y decidí romper el hielo con un comentario:

—Señor Burnett, he notado que su lápiz no tiene borrador.

—Así es —me respondió— Es un lápiz sin goma porque no tiene miedo a equivocarse, sabe que no hay ideas malas, que cada idea tiene su momento y que el borrador, ese que se esconde bajo el disfraz de “corrector de errores”, no es más que un vil asesino de ideas.

Ese comentario dio inicio a lo que sería una gran serie de preguntas y respuestas con el señor Burnett:

PG: ¿Ha pensado que el verdadero asesino de ideas no sea el lápiz, sino sus miedos?

LB: Buen planteamiento. Déjame explicarte algo: Ese miedo al fracaso, del que hablas y que todos sentimos en algún momento, nos ha privado de muchos beneficios. Debemos ignorar ese miedo y pensar positivamente, “tirarle a lo grande”, tratar de alcanzar las estrellas; cuando lo intentas, tal vez no obtengas ninguna, pero tampoco te llevaras un puñado de lodo ¿Me entiendes?

PG: ¿Quiere decir que debemos perseguir nuestros sueños y defender nuestras ideas?

LB: ¡Exacto! Las ideas no se vuelven grandes si no son acompañadas de valor; valor para defenderlas. Toda gran idea nace de un gran lápiz, he aquí ese gran lápiz (alza su mano derecha) ésta es mi principal arma, con él defiendo mis ideas.

PG: Y dígame, señor Burnett, ¿Cómo es que un periodista -tengo entendido que estudió periodismo en Michigan- llegó al mundo de la publicidad?

LB: (esboza una sonrisa) ¿Sabes? Con frecuencia me preguntan cómo llegué a este negocio, pero la realidad es que no lo hice, el negocio llegó a mí. Soy una persona que le gusta pensar mucho, disfruto haciéndolo, y este negocio se basa en eso, en pensar, en poner a correr a la ardilla que tenemos en el cerebro, y al correr genera fricción, y la fricción saca chispas, y las chispas provocan grandes explosiones creativas.

PG: Entonces, ¿Cualquier persona puede ser publicista?

LB: Cualquier persona que le guste pensar puede serlo, es aquí donde entra el talento; Cualquier tonto puede escribir un mal anuncio pero se necesita ser un verdadero genio para deshacerse de uno bueno. Escribir un copy no es tan sencillo, tiene su arte. Cuando escribas, hazlo sencillo, hazlo memorable, tienes que hacer que se antoje verlo y que sea divertido leerlo. Por último, lee mucho, escribe más; diviértete haciendo lo que haces pero lo más importante, vive la vida, ésta terminará inspirándote.

Justo cuando la plática se ponía aún más interesante sonó mi despertador.

No he vuelto a saber nada de él. Todas las noches me voy a la cama con el deseo de continuar esa charla con el señor de las grandes ideas, los lápices sin borrador y los cigarrillos Marlboro.

El señor Leo Burnett.

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