Agradecer. Compartir. Dejar ir.

El brillo en los ojos de dos personas que se quieren es la forma en la que el cuerpo le grita al mundo lo que el corazón no sabe de qué manera expresar. Hace poco formé parte de un momento de esta magnitud entre dos personas. En medio de la multitud, en un concierto, ellos estaban frente a frente, sin moverse, solo viéndose fijamente. Bastaba con verlos para darse cuenta de que en ese momento no pertenecían a este mundo, sino a su propio mundo, en el que el tiempo se había congelado y se habían vuelto uno mismo. Donde sus corazones estaban latiendo al mismo ritmo, y donde las palabras estaban de más para expresar lo que estaban sintiendo. Eran ellos, en su forma más pura y simple, entregándose uno al otro con la mirada, dejándose en libertad. Estaba cada quien reflejado en los ojos del otro, y lo que veían era la mejor versión de ellos mismos. Se encontraban en un estado de serenidad, de plenitud; Para ellos, ese fue un verdadero MOMENTO DE FELICIDAD.

kalot giselle

Vivimos en constante convivencia con otros seres humanos con el fin de crear vínculos. A partir de que un vinculo es creado entre dos personas, se desarrolla un sentimiento de empatía, que conforme pasa el tiempo, se va desarrollando y profundizando; Sin importar la persona con la que crees el vínculo, siempre habrá amor de por medio, porque el amor es el sentimiento universal por excelencia, y el amor es multifacético, por lo tanto va a haber amor en tu relación de pareja, en la relación con tus padres, tus familiares, tus amigos, tus conocidos, contigo mismo e incluso con los desconocidos. Los vínculos se crean para dar y recibir amor en todas las formas y niveles posibles.

Y así como siempre estamos consciente o inconscientemente siendo partícipes de esa transacción de sentimientos a través de los vínculos, así también vivimos formando parte de pequeños momentos.

Cada persona ha tenido, tiene y tendrá sus propios momentos de felicidad, aquellos en los que quisiera poder frenar el tiempo y de los que quisiera formar parte por siempre. Lo que convierte a un momento simple en un momento de felicidad es la mezcla intensificada de los sentimientos que nos hace experimentar. Es esa satisfacción, esa plenitud, esa alegría, esa libertad, esa pasión y todos los demás sentimientos que nos dejan sin palabras; que nos petrifican.

Pero los momentos, aún los momentos de felicidad, son sólo eso, momentos. Espacios de tiempo en los que se va desarrollando la vida, a través de los cuales experimentamos, conocemos, compartimos, crecemos. Y cuando los momentos pasan, se convierten en cadáveres; mueren. Lo que nos queda, aquello que conocemos como recuerdos, son las esencias de los momentos.

Quisiéramos poder congelarlos y formar parte de ellos de por vida por cómo nos hicieron sentir, y es por eso que tendemos a querer colgarnos de los recuerdos, y los arrastramos en la vida tratando de revivir aunque sea un poco de ese sentimiento que en el momento experimentamos, enfocando toda nuestra atención en algo que ya no está, pasando por alto y perdiendo los momentos que se nos presentan.

Vivir en el pasado, tratando de revivir un momento aferrándose a un recuerdo, es como tratar de revivir a alguien que ya no está en este mundo: Inútil, porque nos impide vivir nuestro presente y limita nuestro futuro.

Entonces, como hacer que los momentos, y más los momentos de felicidad, duren por y para siempre, aún después de que pasen?

Agradeciéndolos, compartiéndolos, y dejándolos ir.

La gratitud es un valor que se encuentra devaluado. Conforme vamos creciendo, perdemos esa capacidad de asombro que teníamos cuando éramos niños que hacía que hasta las cosas pequeñas las viéramos como verdaderas maravillas. Y las cosas pequeñas, al igual que las grandes, SI son maravillas, pero no podemos valorarlas tal cual son hasta que las agradecemos.

Cuando agradecemos, nos damos cuenta de todo lo que en verdad tenemos; descubrimos que todo  aquello que dábamos por hecho que teníamos o que estaba presente, es en realidad un privilegio del que no todos gozan. Debemos agradecer no solo la oportunidad de poder formar parte de los momentos, también la fortuna de poder contar con aquellas personas con las que los compartimos, porque en esos instantes, independientemente de lo que haya pasado antes o lo que pase después, fueron parte y fueron partícipes de tu felicidad, y lo más importante, tuvieron la dicha de COMPARTIRLA contigo.

No hay dicha más grande que poder compartir todos estos bienes, tangibles e intangibles, con los demás. Cuando somos capaces de desprendernos de todo lo que somos y lo que tenemos y lo compartimos, nuestras emociones se intensifican, los momentos se vuelven más relevantes y duraderos y experimentamos la dicha de darnos a los demás.

Una vez que agradecemos y compartimos, lo único que queda por hacer es dejar ir el momento; desapegarse.

Siguiendo este camino la esencia del momento queda guardada dentro de nosotros, de modo que cuando queremos evocarlo posteriormente no hay necesidad de arrastrarlo y sacudirlo tratando de revivir lo que ya no es, porque somos capaces de recordarlo y de experimentar una satisfacción y una dicha igual de intensas que los sentimientos que vivimos en el momento, pero diferentes; gozamos el haber sido partícipes de él y nos regocijamos en la alegría que el recuerdo nos trae, sin caer en el pesar del fracaso del intento de revivir el momento, y creando un nuevo momento de felicidad a partir del pasado.

Hacemos del momento algo trascendental.

Esto dice la rata el día de hoy:

Comienza agradeciendo las cosas más pequeñas que te pasen en el día, y has de la gratitud un hábito; verás cómo con el tiempo cambia tu perspectiva.

Comparte lo que sientes, lo que piensas, lo que eres. Un “te quiero” o un “gracias” siempre le alegran el día a cualquier persona (tú incluida), y al momento de decirlo te darás cuenta cómo surge en ti un sentimiento de satisfacción que te hará sentirte liberado.

No intentes revivir lo que ya no está. Lo que pasó, ya fue. Date la oportunidad de experimentar nuevos momentos de felicidad, ábrete a nuevos sentimientos.

Cambio y fuera.

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