YO o Cómo la creatividad puede rayar en lo absurdo.

Hace poco una aplicación de mensajería llegó a las principales plataformas, causando un gran revuelo debido a su extrema simpleza. Al límite de lo absurdo. Esta aplicación es YO.

¿Pero, en qué consiste esta extrema simpleza? En que la aplicación permite el envío de un YO (abreviatura anglosajona para referirse a “Hey You”, u hola). Y ya. No existe otra función, ni característica adicional.

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Ok, quizá pensando de una manera menos fría, esta aplicación podría tener cierto grado de utilidad potencial: es simplemente un saludo, tan corto y seco que no dice nada y, sin embargo, lo puede decir todo a la vez. Y es tremendamente popular, debido a la viralización que tuvo en redes sociales.

¿Es YO un claro ejemplo de la decadencia de la comunicación en la actualidad? En absoluto, más bien, considero a YO algo así como una sátira de la popularidad de este tipo aplicaciones. Un mal chiste, de esos que terminas riendo y contándoselo a todo el mundo. Es decir, en un mundo en donde hay aplicaciones de mensajería tan tremendamente útiles, hacía falta una aplicación tremendamente inútil. Como si se tratara de alguna especie de retorcido yin yang de la tecnología y la comunicación 2.0

¿Tiene YO una verdadera utilidad que otras aplicaciones no tengan? A pesar de la obvia negativa, esto es difícil de contestar, pues ¿cuántas veces solo hemos queremos decir hola a alguien, sin necesidad de proporcionar algún otro mensaje o continuar en una conversación normal? Quizá avisar que llegamos a algún lugar. O quizá enviar un mensaje tan neutro que no podría ser enviado con ninguna otra app. En cierto grado me recuerda al igualmente inútil “Poke” de Facebook.

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Sea como fuere el caso, YO nos deja una moraleja muy interesante: el mercado no siempre sabe lo que quiere, ni lo que busca. Puedes darle todo y no lo utilizarán (caso Telegram) o bien puedes darles nada y les encantará, como lo demuestran los más de 1 millón de USD en inversión que lleva acumulado. En estas condiciones, YO llega como un extraño exponente de la premisa: lo más es lo menos.

¿Y tú, has probado YO? ¿Le encuentras utilidad?

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