¿Para qué sirve el arte contemporáneo?

¿Para qué sirve el arte contemporáneo? Los creyentes esgrimen un abanico de respuestas. Que es una modalidad libre de investigación y presenta sus resultados rompiendo con las formas convencionales. Es más, es una búsqueda de un nuevo lenguaje que a veces desemboca en mejores cauces cuando fracasa. Que se trata de re-visitar la Historia e intervenir nuestra realidad, sus convicciones y costumbres. Que es un ejercicio crítico sin miedo a politizar y a denunciar. Que formula nuevas expresividades para el pensamiento, ideogramas inéditos, valiéndose de asociaciones improbables y re-contextualizaciones. Que ellos ni siquiera pretenden llamarse artistas.

Los escépticos, por otro lado, fundamentan sus postulados en pertinentes críticas al mercado del arte y sus prácticas, incongruentes con la realidad que nos circunda. Que carecen de técnica, que cajas de zapatos las hay por millones pero Guernicas o Giocondas no. Que los artistas ni siquiera manufacturan su propia obra. Que pecan dekitsch, cool, fashion. O que son panfletarios. O que su discurso es vacío y las lecturas que derivan son ingenuas. Que dependen de las hojas de sala y de otro modo son inaccesibles. Que la hechura de un cup-cake tiene más mérito que un ready-made y que se encuentran mejores performances en los prostíbulos de Tijuana que en las galerías. Que explotan la apropiación ad absurdum, que conectan el punto A con el punto B y difícilmente se encuentra en su trabajo rastro de originalidad.

Los más sensatos reconocerán el claroscuro entre el blanco y el negro: lo mismo existen estafadores que genios que arrojan luz sobre materia oscura.

“¿Qué hace esto aquí y de qué manera puedo interactuar con ello?” se pregunta una de las trabajadoras del Museo Reina Sofía, insinuando la disposición, sin prejuicios ni cerrazones, que habría que tener ante estas manifestaciones artísticas. “Asumir la crisis como estado permanente” señala otro de los entrevistados del museo, todos ellos anónimos, con voces distorsionadas con el fin de liberar a las ideas de la autoría. Este paisaje sonoro ideológico profundiza en una pregunta cuya respuesta no tiene final. Quizás por eso el trayecto sea tan prodigioso, tan exuberante.

dollar

Fuente: http://radio.museoreinasofia.es/

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