Amor CON fronteras

Hace poco me avoque a leer un libro de Alejandro Jodorowsky. Lo que me rebota en la cabeza del libro en este momento es una parte en que describe a un joven escritor amigo de Jodorowsky, chileno, que tiene una vida amorosa muy sudamericana, o sea, iba a Suecia por una sueca, no funcionaba y regresaba a Suecia, ¡ja!

Y justo hace un par de semanas, platicaba con una amiga de la infancia que recién acababa de terminar una relación con su novio turco. Estaba destrozada, había visitado el verano anterior al susodicho en Turquía, y al parecer era todo un idilio, así que terminar unos meses después parecía inconcebible.

Yo en particular, también intente una vida amorosa sudamericana. Mis tres novios “formales” han sido, un irlandés que conocí en Israel, un español y un belga que conocí mientras vivía en Inglaterra. La mas traumática claro fue la primera, por mi edad, la situación, y mi mentalidad cerrada.

Resulta que yo, como muchas, pensaba que no quería a un hombre macho mexicano, que tratara de imponer su palabra y me comparara con su madre, que flojera -sí, me considero una mujer del siglo XXI-. Así que evite a toda costa relaciones formales con hombres mexicanos, y cuando me mude, hmmm era momento. Un Europeo rubio y liberal, me daría mi lugar y entendería mi pensamiento feminista.

Error, el europeo rubio resulto ser un irlandés mas católico y retrogrado que los mexicanos que deje detrás. Así que me di, de frente contra la pared, no una, sino muchas veces. Las siguientes experiencias fueron algo similar, sin el trauma de la primera vez. Si me preguntan, aun no supero eso del “terror” al hombre mexicano, sin embargo, ese terror se ha aminorado, y lo mejor, ¡ja! ahora no solo es terror a los hombres mexicanos, es terror a los hombres del mundo :p

En realidad, la búsqueda, y encuentro, de una pareja no depende de nacionalidades, ni de culturas. Como seres humanos todos tenemos y albergamos cosas positivas y también negativas. Y como en todas las situaciones en la vida, los juicios a priori te van a dejar, hmmm… confundida y frustrada, o sea mal.

Supongo que la moraleja de la historia es al final de cuentas, no creer en el idilio romántico, y que todas esas ideas de los hombres perfectos y principescos fuera de nuestro entorno -y nuestros estándares-, son mayoritariamente erróneas. Bien dicen que lo ideal no existe, y el ideal extranjero, menos.

 

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