Terror sin Esencia: el declive de un género cinematográfico

Octubre ha quedado en el pasado y con ella la temporada de películas de “terror” que cada año azotan la taquilla abarrotando las salas de cine, y no es para menos, el  género siempre ha gozado de especial popularidad entre el público desde los inicios de este arte.

Ahora, con el año llegando a su inminente final, vale la pena reflexionar sobre este tema y abordar una serie de preguntas para poner en perspectiva un tema que cada año parece dar menos de si, y plantearnos del futuro que le depara a una clase de cine que, con excepciones, ha perdido valor.

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El Origen del Miedo

“La emoción más antigua y más intensa del hombre es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido” – H. P. Lovecraft

¿Por qué a la gente le agrada tanto el cine de terror? Existen dos razones que responden esta cuestión:

En primer lugar, al ser humano siempre se ha visto fascinado en aquello que no puede entender o explicar; desde el principio de los tiempos el hombre le ha temido a la oscuridad y a todo lo que se puede esconder ahí, la simple idea de no poder ver la totalidad lo que nos rodea nos parece insoportable y es un rasgo que ha evolucionado a través de los años de modo instintivo. El temor de nuestros antepasados de las cavernas no es tan distinto a los miedos clásicos de un niño pequeño.

Entonces, con esto tenemos claro que el miedo, además de una reacción química en el cuerpo, nos transfiere familiaridad o identificación, como una especie de valor universal que todo ser humano ha experimentado.

Y con el tiempo, pasamos del miedo externo al interno, después de todo, ¿qué da mas miedo que nuestra propia y real naturaleza maligna, esa  sombre, ese lado “oscuro” que no nos atrevemos a mostrar a nadie ni siquiera a nosotros mismos? (de ahí parte la premisa del terror psicológico, vertiente que ha ganado su respeto como subgénero), una representación abstracta de los temores propios y colectivos que aquejan a la sociedad.

Y en segundo, al ser humano le encanta ver la desgracia ajena, el hecho de estar viendo como un demente con una moto-sierra se escabecha a un grupo de jóvenes incautos mientras estamos sentados en una butaca cómoda y segura, nos hace pensar en lo afortunado que somos, y si el largometraje en cuestión nos logra enganchar, el sentimiento es mayor.

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El Ocaso de un Género

Ahora, si este es un género popular, ¿por qué es tan decadente el cine de terror actual? El otro día me tocó ver la programación de cierto canal de paga que se especializa en transmitir filmes de “miedo”, y lo único que me asustó fue ver lo malo que eran las películas a exhibir.

Aquello pone sobre la mesa el tema de la credibilidad del terror como el género rey y en esta caso, como en muchos más, el concepto clave es: el enganche del público.

No es la producción que resulte mala, o la atmósfera no sea la adecuada, los blockbusters que se anuncian con bombo y platillo invierten millones de dólares en producción que se reflejan en la profesionalidad técnica del producto; lo realmente malo con estas películas es que se han vuelto totalmente inverosímiles, presentando situaciones absurdas o recurriendo a los sustos gratuitos con ninguna posibilidad de conexión con el público, un público que cada vez tiene expectativas más altas pero poca tolerancia.

Y no es para menos, un mercado que conoce la popularidad del mismo se ha visto en la penosa necesidad de explotar hasta el hartazgo los mismos conceptos una y otra vez, de forma que el espectador actual ha desarrollado una especie de “inmunidad” hacia este tipo de cine, haciendo que los temores que paralizaron a la audiencia pasada como monstruos a la luz de la luna, fantasmas saliendo de las sombras o asesinos detrás de la ventana, ahora resulten con la poca capacidad de siquiera mover al público dentro de su asiento.

Cosa curiosa pasa con aquellas películas basadas en “hechos reales”, que hasta cierto tiempo lograron impulsar al género plantando el miedo hacia la idea de que aquello que se proyecta tenga la posibilidad de suceder en realidad, entonces una vez más el espectador se siente seguro en una sala de cine ve un supuesto escenario real de posesiones en alguna cabaña campestre. La teoría de la fascinación por la desgracia ajena se hace presente una vez más.

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La Migración del Terror de una Pantalla a Otra

Era obvio que todo este fenómeno tuviera una especie de consecuencia, desde inicios del nuevo siglo hemos visto un lento pero constante movimiento migratorio de contenido de este género partir de la pantalla grande a los televisores caseros.

La fuga enorme de creativos a los formatos seriales en televisión de paga o streaming se puede deber en gran parte a la libertad de contenido que esta ofrece a los guionistas, directores, productores y todo aquel interesado en experimentar al contar una historia, además de que este formato permite desarrollar más la trama, teniendo como resultado un producto de 10 a 13 horas, en lugar de las 2-2:30 horas a las que el cine nos tiene acostumbrados.

Y es así que series como Hemlock Grove, Penny Dreadful, American Horror Story, Haunting of Hill House, Stranger Things, Chilling Adventures of Sabrina entre muchas otras, son claro ejemplo de esto.

Pero no todo está perdido, siempre existe el consuelo de ver los clásicos y sentir, por lo menos un momento. como la piel se nos enchina mientras la pantalla cubre nuestra mente con horrores.

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