4 pueblos mágicos para visitar estas vacaciones

Están a punto de iniciar las vacaciones de verano y si no tuviste tiempo de organizar el viaje de este año ¡no te preocupes!. Acá te dejamos 4 maravillosos lugares para salir de la rutina y ver nuevos horizontes para descansar, pasear, comer, disfrutar de estos días libres y dejarte maravillar por los encantos de nuestro país. 

1. Malinalco

Malinalco

Lugar mágico, localizado en la parte sur del Estado de México a tan sólo 104 kilómetros del centro de la Cuidad de México y 69 kilómetros de la ciudad de Toluca. Es un lugar en donde encontrarás una inigualable belleza conformada por la imagen de un pueblo típico envuelto por la impresionante escenografía de sus montañas caracterizadas por sus peculiares formaciones. Los paisajes desde el Cerro de los ídolos son espectaculares, además tiene una zona arqueológica y muy cerca se encuentra un criadero de truchas. ¡Ideal para relajarse y disfrutar de su ambiente lento y silencioso!

¿Qué visitar?

Las Calles de Malinalco: Aquí vas a sentir un verdadero ambiente a provincia, las casas coloniales ubicadas en el centro tienen grandes jardines en donde se cultivan frutas y verduras que son vendidas luego en el tianguis que se pone aquí los miércoles.

Ex Convento Agustino: Parece un gran edificio de la época medieval, data de 1543, tiene una fachada estilo plateresco y en su monasterio hay unos murales dignos de admirarse, ya que fueron pintados por artistas indígenas durante el siglo XVI.

Zona Arqueológica de Malinalco: Fue uno de los lugares más importantes para la cultura Azteca. Se descubrió en 1933 y solo se puede llegar a ella por un camino de 400 escalones. Aquí era el lugar donde los Caballeros Águila Azteca se convertían en guerreros.

¿Qué comer?

No dejes de probar las famosas truchas de Malinalco, sus platillos a base de iguana, conejo y hasta tamales de ajolotes y ranas. ¿los probarías?. También producen su propio mezcal y exquisitos helados artesanales.

2. Tepoztlán

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Se encuentra en el estado de Morelos, a 74 km del Distrito Federal. Es el lugar ideal para encontrarse con el pasado prehispánico y colonial mientras te recargas de energía y disfrutas de la vista desde el cerro del Tepozteco. Su nombre significa “lugar del hacha de cobre”, es un pueblo colonial típico de calles empedradas. Es famoso por su artesanía a base de papel amate, que se obtiene de la corteza de los árboles de la zona. ¡Te encantará!.

¿Qué visitar?

Ex-Convento de la Natividad: Tiene un inmenso atrio, capilla y una fachada estilo plateresco. Fue construido por indígenas tepoztecos durante la segunda mitad del siglo XVI.

Museo Carlos Pellicer: Se encuentra atrás del Templo de la Natividad, en su interior hay una colección de piezas arqueológicas de diferentes culturas mesoamericanas donadas por el poeta tabasqueño Carlos Pellicer, quien vivió en Tepoztlán.

Pirámide del Tepozteco:  Si quieres una vista espectacular de Tepoztlán, visita la pirámide del Tepozteco, que fue un adoratorio prehispánico construido por Xochimilcas entre 1150 y 1350.

¿Qué comer?

La comida de Tepoztlán esta hecha principalmente a base de maíz. No dejes de probar los itacates, que son gorditas preparadas con manteca, crema y queso rayado. Otras delicias son sus tamales de manteca, el atole, el caldo de frijol, el mole de pepita y de postre cualquiera de sus nieves de sabores exóticos.

3. Valle de Bravo

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Sinónimo de esparcimiento, tranquilidad pero también de aventura. Valle de Bravo es uno de los lugares favoritos para escaparse de fin de semana y es que tiene una buena oferta hotelera, un pueblo encantador y además su laguna es ideal para la práctica de deportes acuáticos. Se encuentra a 130 kilómetros de la Ciudad de México y a 42 km de Toluca.

¿Qué visitar?

Lago de Valle de Bravo 

Obviamente el lago es la primera visita obligada, este pueblo mágico. Este lago se formo por el embalse de la Presa Miguel Alemán en 1955. Hay lanchas que te llevan a recorrerlo, también puedes practicar el esquí y veleo en las diversas marinas que lo rodean. Además el paisaje es espectacular.

Plaza Central: Tiene un jardín central con un quiosco típico de pueblo y frente a el se encuentra la Parroquia de San Francisco de Asís.

Mirador Valle de Bravo: Si no te atreves a volar sobre el lago de Valle de Bravo en paracaídas o planeador, una opción para contemplar el lago desde lo alto es el divisadero. ¡Lleva tu cámara!.

¿Qué comer?

La trucha arco iris un platillo tradicional de Valle de Bravo, otras opciones son la barbacoa, el mole de guajolote, el cerdo al vapor, la cabeza de res y como postres, los ates, las nieves y licores de frutas.

4. Real del Monte

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Es un pueblo mágico ideal para quienes gustan de los paisajes montañosos. Sus calles están llenas de subidas, bajadas, casonas con balcones y sitios seductores de un antiguo ambiente minero. Fue un asentamiento minero inglés, por ello varias de sus casonas nos darán la impresión de haber sido traídas de alguna ciudad europea. Un lugar sin duda mágico.

¿Qué visitar?

Capilla Santa Cruz: Es una iglesia construida entre 1718 y 1736, aquí podrás admirar su fachada estilo barroco y unos hermosos retablos dorados esculpidos en su interior.

Panteón Inglés: Un claro ejemplo del pasado de Real del Monte es el panteón. Aquí fueron enterrados 200 ingleses en tumbas orientadas hacia la Isla de Inglaterra. Data de 1861.

Museo de la Mina de Acosta: Toda la tradición minera de Real del Monte, su historia y tradiciones, la puedes encontrar en este recinto. No es el típico museo que solo presenta una exhibición, ya que para entrar debes usar overol, casco botas y una lámpara ¡conviértete en un minero!.

¿Qué comer?

Indudablemente la herencia inglesa a Hidalgo fueron los deliciosos pastes. Estos eran el almuerzo de los mineros ingleses y hoy es uno de los platillos más representativos de la gastronomía de Hidalgo. Para quien no los ha probado, son empanadas hechas a base de manteca, sal y harina, su relleno puede variar de acuerdo al gusto dulce o salado de cada quien.

Vivimos en un país hermoso, lleno de color, tradición y encanto. Anímate a descubrir un poco más y enamorarte de sus paisajes.

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