La lectura como alimento espiritual para el ser humano (¡ay ajá!)

De niño fui un lector muy avezado, ustedes perdonarán que utilice lenguaje rebuscado y poco común, como les decía, a temprana edad la lectura se volvió un vicio y eso hace que inevitablemente los ‘choros’ mareadores fluyan con singular naturalidad y mi vocabulario sea más extenso que el de nuestro señor presidente improvisando en cualquier reunión fuera de todo protocolo.

Y es que la lectura es un mundo aparte, te abre la mente de una forma tan magnífica que, te vuelves culto, no en el termino presuntuoso y pretencioso de los esnobistas y hippsters (¿se dice así?), en el que se pretende minimizar y hasta excluir de manera despectiva a aquéllos que no tienen la dicha, el gusto, la afición o la curiosidad de abrir un libro. Y es que no se trata de ser un devorador literario. Me caga la gente mitotera que se cree los cuentos de la televisión y los aparatos políticos vía instituciones educativas, de leer no se cuantos pinches libros al año. Pero bueno, les decía que uno se cultiva al leer, pero lo que se cultiva es el criterio, lee uno tontería y media sin retener un poco de lo que puede aportar un libro o escritor  a nuestro intelecto, o a nuestro intento de comprender la actualidad o este mundo tan cambiante y raro en ocasiones. Nos enseñan a leer, pero no a entender lo que leemos.

Ahi va en el metro fulanito con su libro de Nietszche…puta! Hasta como que automáticamente un aura mágica lo rodea y lo mantiene al margen y a salvo del torpe, casi bestia e ignorante vulgo. No si el pedo no es leer a Nietszche o a Marx, o a Sartre, no! Aprendamos a discernir qué y para qué vamos a leer, claro, el mamón soy yo dirán. Pero de verdad, cualquier día de su perenne existencia hagan ese ejercicio al querer leer algún libraco más allá de presumir ‘cultura’, al fin y al cabo a mi y al mundo nos importa un pito si eres culto o no.

Ah, ya empezó con sus postulados chiflagóricos! No, nada de eso, solo es una opinión muy personal sobre la buena costumbre de leer, porque es bueno, eso  no es tema de debate, siempre hay algo interesante entre tanta mierda comercial y no comercial, siempre podemos rescatar ciertas cosas que nos ayudan a visualizar el entorno, el medio en que vivimos y que nos guste o no somos parte de él.

Lee historia, novela, cuento, Cortázar, Saramágo, lee lo que se te de la gana pero lee por aprender, no por andar ahí en botanas o tertulias filosóficas, y aprender se escucha subjetivo si lo analizamos un poco. Aprender, ¿aprender qué? Si finalmente quienes escribieron no lo hicieron con fines educativos, al menos no todos ni tampoco intencionalmente.

A mi la verdad me da ‘weba’ leer a estas alturas de mi vida. Y por qué tanto pinche sermón se preguntarán al mismo tiempo que recibo un recordatorio materno de su apreciable persona, pues nada personal. Y como para esa pregunta no tengo suficientes argumentos me ‘safo’ con una frase de Sócrates al ser encontrado ebrio por uno de sus alumnos, ¡imagínate! Ni en las escuelas públicas pasa eso, menos con los ‘profes’ de educación física. Sócrates fue abordado por su alumno:

-Maestro, usted, que enseña el camino de la virtud, ¿ebrio?

Sócrates replicó:

-Hagan lo que bien digo, y no hagan lo que mal hago.

 

Fin del choro…

Javier T.L.

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