“Si comprendemos cuál es la naturaleza de la mente, aceptaremos la existencia de vidas pasadas y futuras.”
Está llegando otra vez, se está repitiendo la historia y no se puede detener, no se debe parar.
Hace ya más de dos años que decidí revalidar en la universidad en la que estoy y cuando en su momento dude si la elección que estaba tomando esa noche de sábado en la que vi que mi numero asignado estaba en la lista de aceptados era buena, si el sendero que decidí caminar es el correcto, el que tiene menos piedras, el mas corto o el mas certero, es una pregunta que aun hoy no puedo responder.
Esto no se trata de como una escuela me ayudo a superarme ni dar publicidad a mi carrera convenciendo a otros de que entren a ella. Esto se trata de los caminos que tomamos, de las personas que tal vez, y esto solo suponiéndolo, estábamos destinados a conocer o ¿por qué no? a reencontrar.
Me gusta pensar que la historia no está escrita, que no hay ningún libro dictado por alguna mano mágica que tiene planeado todo lo que pasara en tu vida: desde que te pica un mosquito, hasta la perdida más grande que vayas a sufrir. Me gusta pensar muchas cosas y en el camino me he dado cuenta que posiblemente algunas de estas estaban grabadas en algún lugar, esperándote.
No sé si creo en las vidas pasadas.
Es reconfortante también pensar que con las malas experiencias llegan a su vez las buenas, las que hacen que una mujer que acaba de conocer a un hombre esté convencida de que es el amor de su vida. De que cuando ves a alguien esperando el transporte sientes que te llevarías muy bien con él o cuando compras boletos en el cine y empiezas a bromear con la persona de la taquilla.
Es como una segunda oportunidad: de hacerlo bien, de hacerlo mal, de reconciliarte o de disculparte, hay tantas posibilidades. Puede que sea basura, puede que no sea cierto y que solo haya una posibilidad, que solo haya un primer respiro y un último suspiro que te arrebate la vida.
En lo personal, solo sé que la materia que quería meter en verano es de noveno semestre, que no tiene por qué estar en la mañana pero la pusieron en ese horario. Solo sé que el primer día me quede de ver con una amiga y llegó tarde, que nos encontraríamos afuera de la biblioteca, que me acorde que estaba buscando por todo un semestre el libro de Inferno, que fui primero a teclearlo a la computadora cuando nunca hago eso, que vi que alguien más ya había tratado de encontrar un libro y que no borro su búsqueda y que una palabra que yo conocía estaba escrita en la pantalla, que la persona que lo escribió no se había ido, y que fui al baño y que al salir esa persona también lo hizo y que le hable porque no conozco a nadie más que le interesen esos temas. Y que tal vez ninguno de los dos tenía que encontrar el libro que buscaba ese día. Que quizá, viejos amigos se estaban reencontrando.
No sé, posiblemente nada está conectado. Posiblemente todo lo está.
