México y El Fin del Partido

Amanece con un clima inusual y engañoso desde temprana hora en el país; las calles y establecimientos se visten de verde, blanco y rojo en esta mañana de domingo en donde a pesar del crudo despertar de su servidor, el reloj interno marca las 10:37 am y no traiciona ya que toda la semana ha estado con su incesante tic-tac listo para marcar la hora señalada en donde la Selección Tricolor se jugaría el pase al ansiado esperado 5º partido. Antes hagamos una reflexión del paso de México sobre Brasil 2014 y de cómo llegamos a este momento:

Antes de su arribo a Brasil los seleccionados mexicanos ya enfrentaban a su afición y a los medios a quienes no convencía. Las expectativas (a diferencia de en otras justas mundialistas) no eran altas, el equipo azteca había clasificado de manera atropellada, casi accidental a Brasil 2014 y en donde si no fuera por el combinado de Estados Unidos ganando a Panamá, ni hubieran ido. Los partidos de preparación ante Ecuador, Bosnia y Portugal demostraban la falta de juego, de concentración, de pasión, de gol.

El primer partido ante Camerún en el Arena das Dunas en Natal fue la carta de presentación de 11 guerreros (Ochoa, Aguilar, Rodríguez, Márquez, Moreno, Layún, Herrera, Vázquez, Guardado, Dos Santos y Peralta) que sin miedo alguno dieron cara a “Los Leones Indomables” liderados por Samuel Eto’o y en donde se vio una mejoría en el juego aunque la escases del gol y los continuos errores de la delantera mexicana aún no disipaban por completo las dudas. Dos goles anulados y sin embargo el gol cayó por conducto de Oribe Peralta al minuto 61’ para regocijo del pueblo mexicano.

El segundo encuentro tenía por antagonista al pentacampeón del mundo, anfitrión y principal favorito para llevarse la copa: El Scratch du Oro. La siempre poderosa Brasil tenía (y tiene) una situación similar a la de México en donde no terminaba de convencer a propios y extraños. Y es que a pesar de su selección plagada de estrellas (Neymar Jr., Hulk, Dani Alves, Thiago Silva, David Luiz, etc) la “verdeamarela” ha escaseado en su jogo bonito. El Estadio Castelão fue testigo de una selección azteca crecida; la furia y garra que presentaron los dirigidos por Miguel Herrera esfumó dudas al presentar una sólida defensa que terminaba con un muro con camiseta número 13 y que respondía al nombre de Guillermo Ochoa. Ni el delantero estrella del FC Barcelona pudo penetrar el arco mexicano ni nadie; la afición presentó como un héroe a Ochoa y las expectativas aumentaron con creces para el último partido de fase de grupos.

La previa del partido ante Croacia alimentó un festín en redes sociales en donde las declaraciones de jugadores y cuerpo técnico de los croatas subestimaban al combinado nacional tricolor. La guerra de declaraciones desde días antes calentó un partido que terminó a favor de El Piojo+11. Uno, dos, no espérate: ¡TRES! fueron los clavos con los que los aztecas callaron bocas de croatas y pesimistas. México no metía 3 goles en un partido mundialista desde Alemania 2006 y demostrando un futbol de calidad, un trabajo colectivo y una euforia contagiable formaron una identidad como conjunto que no se sentía desde Francia 98 y que daba para soñar por cosas grandes, para un 5º partido por ejemplo.

El día D (de Domingo) llegó. No soy un conocedor ni especialista del fútbol, tengo 23 años y soy solamente un aficionado promedio que gusta de ver 90 minutos de balompié frente al televisor. De pequeño mi afición se inclinaba más hacia el baloncesto pero con el tiempo la Selección Mexicana de Fútbol me ha dejado recuerdos imborrables en la memoria y que mi subconsciente siempre vivirán: las alegrías (el impresionante gol de Cuauhtémoc Blanco ante Bélgica, el 3-2 con el que ganó México a Brasil en la Copa Confederaciones de 1999 en el Estadio Azteca,  el cabezazo de Jared Borgetti en 2002 ante Italia o ese bello gol de Rafael Márquez frente a Argentina en 2006) así como derrumbarse en un mar de emociones en la derrota (la amarga derrota contra Estados Unidos en ese partido a deshoras en Corea-Japón, el riflazo de Maxi Rodríguez en 2006 y ese error de Osorio que le costó el partido a México nuevamente ante los sudamericanos en Sudáfrica.). Hoy se abrió un nuevo capítulo en estas últimas páginas.

Las expectativas del duelo ante Holanda nuevamente se alzaron estratosféricamente gracias a la actuación y paso firme que llevaban los nuestros. Y empezó. Y durante 47 minutos de dominio mexicano por fin al 48’ cayó su majestad el gol. Y gritamos de júbilo, reímos y festejamos. Y quedamos a 5 minutos de hacer historia, a 5 minutos de romper esa maldición de 28 años sin llegar a ser de los 8 mejores del mundo. En esos 5 minutos se nos vino la historia de siempre, la historia que nuestros padres y abuelos han visto pasar y de la cual estamos siendo testigos al momento. La frase mediocre del “Jugamos como nunca y perdimos como siempre” nunca ha sido de mi agrado pero que refleja asertivamente la situación del futbol mexicano en gran parte de su historia; el “Ya merito” que asume el conformismo de una manera monumental y las demás falacias con las que se demerita el mexicano promedio o el “Jugaron bien” que no sirve de nada cuando los partidos se ganan con goles.

Somos meramente un país que vive y respira fútbol y que nada tiene que perder pero que a la hora de la verdad y en el momento decisivo le entra el nervio y se echa para atrás y regresa a su cruda realidad. Diecisiete días de Mundial alimentaron la esperanza de una afición renovada, de una selección mexicana que como lleva haciendo desde hace 6 ediciones seguidas logra clasificar a 8ªvos de final pero con la clara diferencia de que los 7 puntos conseguidos en 3 partidos de fase de grupos tuvieron un sabor diferente, un dejo de satisfacción y contundencia que supieron a gloria por instantes.

Pero medio mundial no basta, medio mundial significa que las cosas y el proceso que lo antecede no van por el camino correcto, y que no eres el único ya que le pasa a grandes como a España, Italia, Inglaterra o Uruguay (todos campeones del mundo) pero que tú no eres grande, que tu no mereces una afición como la que tienes, o más bien sí, por el simple hecho del conformismo anteriormente mencionado y es entonces cuando tienes que empezar desde cero.

Para finalizar les dejo un texto de Eduardo Galeano, titulado El Fin del Partido:

 

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