Distorsión

[dropcap size=big]H[/dropcap]ola soy María Elisa, para algunos María y para otros Elisa; tengo 19 años, mido 1.64, peso 51 kilos y no  me gusta mi nariz, ni mis dientes, mucho menos mis manos y ni se me olvidan mis pies, mis piernas son muy flacas y arqueadas, ni mencionar mis ojos que son chiquititos, mis pestañas son microscópicas, tengo mucho cabello, y se me esponja mucho; mis cachetes son muy grandes, mis brazos demasiado flacos y chuecos, mi abdomen podría ser más plano ojalá lo que me sobra en el abdomen se fuera a mis pompis, en mi cuerpo hay estrías y lunares que no me gustan…

¿Cuántas  veces no hemos escuchado estas palabras de una persona? Actualmente 9 de cada 10 personas que presentan desórdenes alimenticios en América Latina son mujeres, y México, con más de un millón de casos conocidos; encabeza la lista de los países Latino Americanos con más trastornos alimenticios, ya sean anorexia, bulimia o trastornos por atrancón. Latino América ya dejó atrás a países como Estados Unidos y Canadá, y lo que más tristeza da me da es que afecta desde niñas a adolescentes y mujeres menores de 24 años.

Las cifras son espeluznantes, preocupantes y además del hecho de que una de cada cinco personas que padece y sufre a causa de anorexia o bulimia puede morir, además los y las que padecen de cualquiera de éstos problemas (ya se anorexia o bulimia) pueden padecer de problemas cardiacos o renales, pueden presentar osteoporosis, producción excesiva de vello y hasta la pérdida de la menstruación.

Su calidad de vida disminuye, pueden hasta surgir problemas familiares, o peor aún; no se quieren, les aborrece la idea de verse al espejo, de tener que vivir otro día más en ese cuerpo que tanto aborrecen y que las hace sentirse incómodas, tristes, desoladas.

Comer para ellas es un tormento, a veces un método de escape, una obligación. No les gusta. No entienden por qué les pasa eso.

Tienen que ir al doctor, tienen miedo y saben bien qué es lo que sigue, las van a pesar; pero no importa porque saben cómo pueden disfrazar esos kilos (que a ellas no les parece ni siquiera gramos) que perdieron, saben hasta que blusa ponerse, dónde colocar las pesitas, o hasta tomar un litro de agua y con eso pegarle a dos pájaros de un tiro: pesan más y se ven un poco más rellenas.

Por el momento ya le ganaron al doctor, se sienten ganadoras por haber logrado engañarlo, pobre iluso, se dicen a sí mismas. Pero saben que la sensación no va a durarles mucho, el momento en el que lleguen a casa saben que van a volver a sentir el vacío, van a querer romper todos los espejos, las ventanas y los lugares donde puedan verse reflejadas. Al final sólo están ellas, ellas y estos demonios que las atormentan. Tratan y tratan pero saben que al final son sus demonios los que ganan, siempre lo hacen; así que se rinden, sucumben ante la presión, y empiezan a sentir de nuevo como sus débiles y frágiles cuerpos comienzan a decaer, a derrumbarse.

Ya tocaron fondo pero no saben si van a poder salir de esa.

¿Por qué no las ayuda alguien?, ¿por qué no pueden salir?

No se dan cuenta de que casa cabello, cada marca y hasta cada gordito o lonjita que sus cuerpos tienen en sus cuerpos son bellos, únicos.

El 57% de los adolescentes pueden llegar a tener una vida normal con tratamiento médico, el 40% presenta una curación total, mientras que el 3% de los adolescentes fallecen antes de empezar algún tipo de tratamiento.
El 57% de los adolescentes pueden llegar a tener una vida normal con tratamiento médico, el 40% presenta una curación total, mientras que el 3% de los adolescentes fallecen antes de empezar algún tipo de tratamiento.

Cada uno de esos kilitos que sentía tener de más significa que está viva, que es algo hermoso; una prueba de que la naturaleza es perfecta hasta en sus imperfecciones.

Me duele saber que tengan tan deformadas sus imágenes, y que sea tal la distorsión que cada que ven sus reflejos en un espejo vean monstruos y se sientan incómodas hasta  en su propia piel. Esas fotos que ven de mujeres en las revistas que tanto leen, no son imágenes reales, que son fotos retocadas por las editoriales y que son ellos quienes han creado imágenes falsas como estándares de belleza, estereotipos de perfección asociados con belleza. Son mentiras.

La perfección si existe y está en cada una de las células de sus cuerpos, está en su ADN, en cada palpitar de sus corazones, en cada bocanada de aire que respiran, en cada conexión y síntesis que se lleva a cabo en sus neuronas.

Eso es perfección, cada falla estética que ven en sus rostros es historia, es herencia de sus antepasados, de una historia llena de batallas que a veces fueron triunfos o derrotas de las que aprendieron algo.

Sus imperfecciones no son imperfectas, por el contrario; son lo que las hace únicas e irrepetibles, eso es perfección.

Hay que sacarnos de la cabeza esas tontas ideas, somos obras maestras, somos PERFECCIÓN.

Somos un perfecto diseño, somos sobreviviente, la historia de los que estuvieron antes de nosotros, somos nuestro pasado, presente y futuro así como de muchas personas, somos alegrías y tristezas, victorias y derrotas, errores y aciertos, somos belleza, amor.

Debemos aprender a querernos, sólo así se logra la felicidad, y con aceptación, paciencia y amor logramos darnos cuenta de que la perfección existe y está en  cada uno de nosotros. Esa distorsión no es nada ni nadie para poder derrotarnos, nosotros somos nuestro único enemigo y héroe, y eso lo demostramos día a día ante las pruebas que nos manda esta vida.

Y… ¡Corte!

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