“Llegamos al lugar de siempre y ordenamos lo de siempre, hacía casi 8 años que no íbamos, todo parecía igual, hasta que nuestra comida llegó a la mesa y todos nos quejamos de que estaba fría y no era la misma de hace 8 años.
Y en realidad no lo era y no es que nos hayan traído la orden en mal estado o a destiempo, lo que había sucedido es que perdimos más de 20 minutos desde que la orden llegó a la mesa (sin darnos cuenta) hasta que dejamos nuestros celulares y nos dispusimos a comer”.
A más de uno nos ha sucedido que la vida se nos va entre los dedos, literalmente hablando, estamos más tiempo “conectados” al celular que a nuestras vidas, no pretendo hacerlos cambiar de hábitos porque ni yo misma podría dejar mi celular a un lado, sobre todo cuando mi trabajo y mis actividades profesionales las realizó 90% del tiempo desde mi dispositivo móvil.
Lo único que quiero hacer es una reflexión acerca del tema, creo que debe haber espacios donde los dispositivos móviles estén censurados y demos espacio al contacto físico, a las buenas charlas, a los buenos libros y nos olvidemos solo por un momento de nuestra “tecnología” y la manera en cómo nos relacionamos con los demás.
¿O será que ya nos rebasó?