“Ilan” … Recomendación Literaria.

“Mi novia, cuando se viene, grita “Ilan” y no una vez, sino un montón. “Ilan, Ilan,, Ilan, Ilan”, y no pasa nada, porque yo me llamo Ilan. Pero a veces me gustaría que dijera otra cosa. No importa qué. “Amor mío”, “Reviéntame”, Basta, no puedo más”. Hasta un vulgar “Sigue, sigue” me bastaría. Algo distinto, más adecuado a la ocasión, más específicamente relacionado.”

Así inicia éste cuento de otros cuentos del libro “De repente un toquido en la puerta” de Etgar Keret.

toquido

“Mi novia estudia derecho en una escuela universitaria. Quería ir a la universidad, pero no la aceptaron. Quiere especializarse en derecho contractual. Es que existe algo así: un tipo de abogado que se dedica solamente a contratos. No se relaciona con las personas ni va a los juzgados, sino que se pasa todo el día mirando las líneas escritas en un papel, como si en eso consistiera el mundo. Cuando renté el departamento me acompañó, y al momento se dio cuenta de que el dueño quería atorarnos en una de las cláusulas. Yo en la vida me habría dado cuenta, pero ella lo detectó al instante. Y es que mi novia tiene una inteligencia más afilada que un cúter. Y cómo se viene. En mi vida he visto cosa igual. Vuela en todas direcciones retorciéndose como una loca. Como cuando alguien se electrocuta. Y deforma la cara inconscientemente, mientras retuerce el cuello y los pues. Es como si todo el cuerpo quisiera decir gracias y no supiera cómo.”

Etgar Keret, nació en Tel Avivi en 1997, es hoy en día el escritor más popular entre la juventud israelí. Keret comenzó a escribir en 1992 y desde entonces ha publicado cuatro libros de cuento, una novela, tres libros de cómic y un libro para niños, todos best sellers en Israel.

etgar

Una vez le pregunté qué es lo que decía cuando se venía con otros nombres, antes que yo, y ella me miró muy sorprendida y me respondió que con todos, cuando se venía, decía “Ilan”. Solamente “Ilan”. Pero yo insistí y le pregunté que era lo que decía cuando se venía con los que no se llamaban Ilan, y entonces ella se quedó pensando un momento y me dijo que nunca había cogido con nadie que no se llamara Ilan. Había estado ya con veintiocho hombres, incluyéndome a mi, y todos, ahora que lo pensaba, se llamaban Ilan. Después de decir eso, se calló.

-Pues qué casualidad- le solté yo-, ¿no será que nos escoges por el nombre y sólo buscas Ilanes?

-Puede-dijo pensativa-; puede que sí.”

Las publicaciones de Keret han sido traducidas a dieciséis idiomas y más de cuarenta cortometrajes se han basado en sus historias, que también han sido adaptadas al teatro. Keret a recibido el Book Publisher Association’s Prize y, como director de cine , el Ministry of Culture’s Cinema Prize y la Cámara de Oro a la mejor ópera prima en el Festival de Cannes.

Desde aquel día empecé a ser más consciente de los Ilanes que me rodeaban: el del banco, el contador, ese otro que está todos los días en la cafetería a la que vamos nosotros y que me pude que le guarde el suplemento deportivo del periódico. No hice nada con toda esa información sino que me limité a anotar mentalmente Ilan+Ilan+Ilan. Porque en el fondo sabía que cuando las cosas nos fueran mal, si es que nos llegaban a ir mal, el causante sería uno de ellos. Es extraño que con todo lo que ya he contado de mi novia no les haya dicho cómo se llama. Como si su nombre no tuviera importancia. Y la verdad es que no lo tiene. Si me despertarán a media noche, lo primero de ella que empezaría a flotarme en la cabeza seguramente sería esa mirada como de pasmada que pone justo antes de llorar; su culo; la maravillosa manera que siempre tiene de decirme, igual que una niña, “tengo que contarte algo” antes de ponerse a hablar de cualquier cosa que realmente la emocione. Es fantástica, mi novia, fantástica. Aunque a veces no estoy tan seguro de que toda esta historia vaya a acabar bien.”

“De repente un toquido en la puerta” contiene un cúmulo de historias, personajes entrañables y situaciones hilarantes y al mismo tiempo desconcertantes que caracterizan a los breves pero contundentes relatos de Etgar Keret. Llenos de humor, tristeza, compasión, pero sobre todo de un gran sentido del absurdo de la vida, los cuentos que componen su libro, considerado su trabajo más maduro hasta ahora, han confirmado a su autor como uno de los escritores más originales de su generación.

El dueño del departamento, ese que pretendía aplicárnosla con lo del contrato, también se llama Ilan. Un cincuentón asqueroso que heredó de su abuela muerta un edificio entero de departamentos en la calle Vormaiza y que, aparte de pedirles los cheques a los inquilinos, no ha trabajado en nada en toda su vida. Tiene los ojos azules, de esos de piloto de combate, y un pelo canoso y muy brillante, como el de Avihu Ben- Nun. Pero no es piloto. Cuando firmamos me contó que todo su servicio militar lo había hecho en Tzriffin, en una base dedicada al transporte. Hacía sólo tres años que se habían molestado en llamarlo como reservista. Ha sido por pura casualidad que me he enterado de que se la coge. Si ella no me hubiera revelado todo eso de los Ilanes, ni siquiera habría sospechado. Cuando los pesqué a los dos en casa, el estaba en la sala, vestido, y me dijo que había ido a comprobar que no le estuviéramos estropeando su propiedad. Pero cuando se fue, la presioné y lo reconoció. Aunque sin ningún sentimiento de culpa. Con un tono como de constatación, muy seca. Como cuando alguien que te está diciendo que el autobús numero cinco no va a la estación del norte. Y al momento de haberlo confesado me dijo que quería pedirme una cosa.”

Niños educados, hombres neuróticos, mujeres posesivas y solitarias, gente prejuiciosa, un pez genio capaz de conceder deseos, otros que solo piensan en hacer dinero… toda una extraña pero muy familiar diversidad a través de la cual es autor satisface los deseos no sólo de sus lectores sino incluso de sus mismo personajes, que en uno de sus cuentos, le piden a un tal Keret, a punta de pistola, que les cuente una buena historia, “no cualquier historia, sino una verdaderamente buena”. Y cuando éste está a punto de hacerlo… alguien más da, de repente, un toquido en la puerta.

Que quiere que lo hagamos con ella los dos a la ves. Los tres juntos. Incluso está dispuesta a hacer un trato conmigo, y es que después de darle el gusto de que lo hagamos los tres juntos una sola y única vez, ya no se volverá a ver nunca más con él. Lo que quiere es sentir por una vez a sus dos Ilanes dentro de ella.

-Él claro que accederá, vago y calenturiento como es- asegura ella. Después añade que, al final también yo estaré de acuerdo, porque la quiero de verdad. Y así es como me encuentro en la cama con mi casero. Un momento antes de desnudarse todavía me llama la atención porque la persiana de la cocina no cierra bien y me exige que le engrase las guías. El cuerpo de ella empieza a estremecerse encima de mí y noto que pronto se va a venir. Pero cuando grite, todo va a estará bien, porque los dos nos llamamos Ilan. Aunque nunca llegaremos a saber de verdad si grita por mi o por él.

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Kalochos, está vez escribí de una manera diferente, espero les guste, les recomiendo éste libro de Etgar Keret que contiene cuentos cortos pero llenos de misterio y emoción. La verdad a mi me gustó mucho. Entre líneas les fui compartiendo uno de sus cuentos. Espero lo disfruten.

Kalochos, hasta la próxima. 

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