Alguna vez les contaba de mi relación amor-odio con la Ciudad México. Pues hoy les hablaré de amor, porque les contaré de uno de mis lugares favoritos en la ciudad, el Museo Dolores Olmedo.
El museo Dolores Olmedo se encuentra en Xochimilco, y como Xochimilco, en un pedacito de paz, tranquilidad, naturaleza y paraíso en medio de la caótica Ciudad de México. En medio del tráfico, ruido y contaminación, el museo parece en medio del campo, sólo que sin la vendimia, algarabía y muchas veces desorden que causamos los turistas.
Se encuentra en el antiguo casco de una hacienda, que más tarde perteneció como casa a Dolores Olmedo. Una mexicana culta y amante de sus raíces que dedicó buena parte de su dinero a comprar obras de arte y apoyar al arte mexicano en general. Así que hoy, el museo, es una muestra de su colección y del amor que profesaba por su casa y la naturaleza.
En medio de calles estrechas y llenas de autos por todos lados, los muros de piedra se destacan de otras construcciones recientes. Al entrar, un espacio amplio de verde te recibe, en él, descansan pavorreales y juegan perros Xoloscuintles. Lo padrisimo es que, los pavos están tan acostumbrados a ver gente, que van de un lado a otro pasando al frente de ti sin inmutarse.
Así que al interior de la casa, en los jardines se respira oxígeno, paz y mucha tranquilidad, además de colorido. Si de plano ver las obras de arte -pintura y escultura- no es lo tuyo, no te preocupes. El museo tiene un café en el jardín, con sillas al exterior, para sentarse y disfrutar del entorno con un café, un sándwich, y hasta comida corrida por la tarde.
El museo sigue la tradición de Dolores Olmedo y su amor por México, así que todos los días de semana hay actividades para niños o conciertos de marimba, huapango, etc, presentaciones de libros y más.
Para llegar, por la linea dos del metro hasta Taxqueña y de ahí unas cuantas paradas más en el tren ligero. Si la Ciudad de México los agobia, éste es el lugar, y si les fascina, también 🙂
