EL CAPO DE CAPOS
Me encuentro en la habitación 403 del Hotel Best Western centro, en la industrializada y golpeada ciudad de Monterrey, Nuevo León; tratando de buscar algo bueno que ver en la televisión para matar el rato y olvidarme por un momento de lo mucho que extraño a mi esposa, pero no tengo éxito, ni en una cosa ni en la otra. En los canales de televisión restringida, no me encuentro más que películas o series que no son de mi agrado, y en los canales locales, solo se habla de los Tigres y los Rayados, ya saben, aquí se vive una liga aparte. Y por lo tanto, no dejo de pensar en que extraño a mi esposa.
De pronto, me llega una notificación a mi móvil, y es una noticia que me robó una sonrisa por necesidad, y es que el próximo 21 de Marzo, el Consejo Mundial de Lucha Libre, rendirá un merecido homenaje a dos grandes personajes de nuestra lucha libre: al señor Salvador Lutteroth González (quien es el iniciador de la lucha libre en nuestro país) y al Capo de Capos, a Carmelo Reyes “Cien Caras”.
Del señor Lutteroth se han escrito infinidad de artículos en los que se le homenajea y reconoce por todo lo que le dio a la lucha libre (muy merecidos), pero de Carmelo Reyes se ha escrito muy poco.
Es por eso que he decidido rendirle un pequeño homenaje, a uno de los más grandes rudos que he visto en mi vida, surgiéndome de pronto una duda al respecto: ¿“los dinamita” revolucionaron o evolucionaron el estilo rudo en la lucha libre? Cambiar una respuesta es evolucionar; reemplazar la pregunta es revolución.
Y es que recordando las grandes batallas que libró Cien Caras contra sus dos más grandes rivales, el Rayo de Jalisco jr y el Perro Aguayo, podemos decir que esas rivalidades iban más allá del ring, eran personales y en verdad existía cierto odio entre ellos, lo que llevó al Capo de Capos a emplear una rudeza distinta, más feroz que la rudeza clásica, además de llaves y contra llaves, usar la artimaña del montonero (como bien la ha definido el comentarista Leobardo Magadán) para poder someter a sus rivales, sin importarle el resultado de la lucha, ganar o perder dejó de ser importante para este ícono de la rudeza, lo que realmente importaba era hacerles saber a sus rivales quien mandaba.
Resalto que se le vaya a reconocer a este gran rudo, más ahora en que la lucha libre ha cambiado mucho, ya se llavea menos y se habla más, ahora el espectáculo que ofrecen tanto la WWE como la AAA, se ha tornado en crear historias a través de cada uno de los luchadores, historias que van a dirimir al ring…con palabras. Ahora, tarda más la presentación de un luchador que la lucha misma, en algunas ocasiones, hay luchadores tan torpes (sobre todo los de la WWE), que su incapacidad para realizar verdaderos movimientos de lucha libre, como mortales o topes, llaves como la tapatía, la cavernaria, la rana, la casita, la swástica, entre otras; las han cambiado para ganar con coscorrones o un simple cluth, degenerando la buena práctica del deporte de las llaves y los costalazos.
En razón de todo esto, es que no deja de darme mucho gusto que se reconozca a uno de los rudos más rudos de la historia de la lucha libre, aquél que en algún momento hizo recordar a los viejos aficionados, a un gladiador como el Cavernario Galindo. Ojalá se siga reconociendo a las grandes estrellas del pancracio mexicano, y que no dejen morir esa lucha libre de llaves y contra llaves que tanto gusta. Enhorabuena para el señor Carmelo Reyes “Cien Caras”.
He acabado de escribir, y, ¿qué creen? Sigo extrañando a mi esposa…
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