Lo Mejor De Que Te Rompan El Corazón.

Puede que ahora no lo veas, pero el que te rompan el corazón puede ser lo mejor que te haya pasado. Recientemente me planteé lo que realmente pasaba cuando se llegaba a sentir aquella desolación a causa del tan conocido desamor, no pasó más de una hora para que me diera cuenta que es algo así como un elevador: hay altas y bajas.

Figurativamente hablando el amor es un camino-a, es un modo mediante el cual podemos sacar a relucir pasión, aspiraciones y una cantidad inmensa de suspiros, pero al mismo tiempo  es un transporte que nos contiene de experimentar otro tipo de sensaciones que son mucho más fuertes y menos optimistas, no es que diga que el amor sólo es felicidad y alegrías sino que el 99.99999% de las veces es más optimista que su antagonista el desamor.

A ciencia cierta puedo decir que al menos una vez en nuestras vidas hemos llegado a decir que nos da miedo lo que pasa cuando se nos acaba o se termina el amor, y lo cierto es que la realidad es muy distinta de aquellos escenarios macabros y depresivos que nos imaginamos. Muchas veces creemos que solo vamos a encontrar dolor, sufrimiento y muchos –pero muchos- litros de helado de nuestro sabor predilecto pero la verdad es completamente diferente a eso.

Cuando llegamos al desamor es cuando más nos acercamos a una de las partes más bellas del proceso, y no, la verdad es que no soy masoquista ni nada por el estilo; pero alcanzamos la parte en la que nuestra pasión cambia de rumbo. Esta es la parte en la que nos acercamos a un nivel mucho más elevado e intenso a nivel emocional y mental –ya sea a nivel creativo o cualquier otro- es un momento en el que todas las sensaciones se multiplican o se elevan exponencialmente…

Lo que se sintió antes no es comparable a lo que se siente en aquellos breves instantes, no, nada se compara a eso. Es como si les dijera que nuestra brújula o compás ha cambiado de dirección, sabemos que no debemos flaquear pero al momento esa nos parece la opción más viable a seguir –sin mencionar la más rápida y sencilla-.

Aquí es donde les cuento una pequeña historia:

Érase una vez una niña que desde pequeña todo lo sentía mucho más que los otros mortales que la rodeaban, gracias a esto tendía a fantasea todo el día con cualquier cosa que se le cruzara y eventualmente al crecer –muy seguido para ser honestos- tendía a caer muy rápido por otras personas.
Cada que esto terminaba se hundía en una desesperación que ni ella ni los demás aguantaban. Con el pasar de los años se dio cuenta de que era en esos instantes cuando ella podía hacer más con menos, cuando todo aquello que hacía se expandía a manera exponencial.

Fue así –y con la película de 5 to 7– que llegué a la conclusión de que nuestros más bellos sentimientos florecen en estos escenarios, nuestro estado más puro es aquel en el que nos volvemos más vulnerables y honestos con nosotros mismos; y tal y como lo mencioné hace un tiempo: hasta en los corazones rotos hay belleza.

Generamos acciones y traspasamos todo esto a un nivel más allá de lo humanamente posible, eso es cuando más grandes podemos llegar a ser, cuando crecemos; y lo mantenemos. No siempre podemos sentir que volamos de una sola manera, también nos damos cuenta de que en nosotros está el poder de volar, reír y soñar con un día recuperar lo que sentimos haber perdido.

Au revoir!

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