Pérezcano y su Carmín

Querido Rigoberto Pérezcano:

Es muy peculiar pensar en un color tan intenso como lo es el carmín, sobre todo el pensarlo para una película, como la tuya, que enfrenta al personaje con su pasado lacerante y su sacrificante futuro en una zona tropical.

Al primer minuto de haber comenzado el largometraje, trataba de reflexionar si era un documental acerca del homicidio de una muxe o una ficción muy bien contada por la lúdica audiovisual tan interesante en la pantalla, la cual salta de un momento a otro de imágenes fijas a movimiento, voz en off como de testimonio por el trágico suceso y tomas de actividades cotidianas. No nos sorprendería que pudiese ser un documental, pues estamos más que familiarizados con la violencia en el contexto de México, específicamente con los feminicidios.

Llama la atención la narrativa a través de las fotografías, o visto desde Barthes, como Studium y Punctum. Studium serían aquellas fotografías de los personajes en su entorno, mostrando el crecimiento de cada uno de ellos. Punctum correspondería a la muerte, el amor, la violencia en cada una de las imágenes. Cada una de las imágenes que nos brindas, Rigoberto, empuja al espectador a definir si lo que está viendo en pantalla es una puesta en escena que da alivio al pensar que solo es una ficción planteada de una manera genuina.

Es muy interesante la edición que planteas en tu película: la inserción de tomas que en un principio parecieran innecesarias, el ventilador dando vuelta de una forma agresiva, un hombre picando hielo de una forma violenta y reiterativa, un grupo de personas tomando cerveza mientras se mecen en la hamaca, sin nada más que hacer, la visita a la cárcel donde Mabel da la ilusión de tener una plática con su reflejo, hasta que el policía se asoma para indicarles dónde se puede conseguir cerveza. Para luego darnos cuenta del contrapunte que se logra con estas y con la narrativa planteada: la violenta muerte.

“Dicen que tus actos y el pasado siempre regresan de la mano… Yo creo que nadie tendría que ser juzgado por los errores que se cometen, y menos cuando no tienes la suficiente edad o se es demasiado inexperto en algo que apenas sabes o entiendes, que se llama vida”: la explicación que da Mabel acerca del pasado, adquiere mayor peso cuando la podemos observar en repetidas ocasiones caminando de espaldas por un largo pasillo, regresando a su pasado, tratando de encontrar en el camino al asesino de su amiga Daniela y a un amor que le inspire volver a cantar.

La fotografía entiende perfectamente de los colores y cómo usarlos en la puesta en escena. En su mayoría, colores cálidos; fríos cuando Modesto y Mabel están juntos, al caminar de espaldas de Mabel, y al abrir la caja de pandora.

Después de ver Carmín Tropical, platicaba con mi familia, y es muy interesante cómo salieron dos ideas que al instante captaron mi atención: al final vemos a Mabel como una víctima, pero probablemente fue un sacrificio para que, tal vez, las autoridades encontraran al homicida de Daniela; en la búsqueda de escapar de su futuro en el pueblo, encontró a alguien que le prohibió cantar, para que después su nuevo amante le prohibiera vivir .

Son cuestiones de la ficción, pero en la acción de la realidad ¿estamos siempre ante sujetos que nos prohíben simplemente ser y existir con la violencia habitual? A la misma a la que pareciera que estamos aclimatados y que, probablemente, tomamos como pruebas a superar, pues lo que no te

mata te hace más fuerte.

El mundo está lleno de Modestos, de Danielas y de Mabeles, es por eso que Carmín Tropical nos resulta una historia que escuchamos todos los días, y que a pesar de ser una ficción, duele de verdad.

Como dice la balada con la que cierra la película: “un poco más y a lo mejor nos comprendemos luego”. ¿Tendríamos que comprender a aquellos que cometen actos de violencia para obtener un poco de alivio?

Gracias, Pérezcano, por darnos un poco más de Carmín Tropical en lugar de acariciarnos con la película, nos dejas con un sabor amargo de boca que nos vocifera que aunque la muerte es evanescente, las fotografias y la memoria no.

¿Cuál será nuestra última fotografía?

 

 

 

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